martes, 7 de agosto de 2007

Anestesia total



Descubrió que el dolor la mareaba tanto o más que la euforia.
Que era una anestesia de las peores, que la euforia era la
continuidad y no la superación.
Intentó no ser espejo de anteriores
absurdos disfrazados de hoy.
Desorientada en sacrificios se reconoció especialista en desoír los murmullos del corazón.
El frío, el humo, los recuerdos, el bucear en sus ojos...todo va lentamente perdiendo el sentido.
Ahogada en palabras de madrugada, plena asfixia de ignorar cada latido.
Cada una de las letras está lacerantemente vacía de contenido, atada a ideas ridículas y ajenas.
Cada oración, cada gesto, cada parte del mundo circular, cada ínfimo detalle...

Es entonces, inmersa en ese todo absurdo de la nada misma cuando el dolor la anestesia
hasta la estupidez.
Recuerda el sentido alguna remota vez existido y se revuelve por saber que la última vez que murió lo hizo llorando en tus ojos.